VOCES DE UCRANIA – testimonios de victimas de la guerra

VOCES DE UCRANIA

Asociación Ayuda Ucrania Denia

INTRODUCCIÓN

[Interior noche – murmullos – se van sucediendo estas voces]

MUJER 1[…] mañana más de lo mismo, menudo día. Y el mecánico sin llamar… ¿Cuándo habrá arreglado el bendito coche? Tengo que llevar el niño al dentista… No me han dicho nada, espero que no me hayan anulado la cita. Como para llegar al otro lado de la ciudad y encontrarme con la puerta cerrada. ¿Me habrían llamado, no? Aunque, quizás mejor, que pagarlo no va a ser fácil. Pero hay que hacerlo, la criatura no puede seguir con esa boca, al pobre le están saliendo todos los dientes torcidos. Bueno, ya se nos ocurrirá algo…[entra otra voz]

MUJER 2[…] aquí estoy, dándole vueltas y vueltas. ¿Pero cómo pude haber metido la pata de tal manera con el informe? La cara de mi jefe cuando lo leyó, y luego, esa sonrisilla de superioridad. “Menos mal que le he echado un vistazo antes de la reunión en Zoom con los americanos”. Sí, el muy listo. Incapaz de hacer una tabla pivot con Excel, la de veces que le he salvado el culo preparando memos que al final no ha hecho más que copiar, cortar y pegar en un correo electrónico. Menudo…[entra otra voz]

ANCIANO[…] Yo estaba tan tranquilo; con la vejez lo normal es levantarse tres veces por la noche para ir al baño ¿no? Pues no. Qué cruz estar rodeado de mujeres: ¡hazte análisis! ¿Qué te cuesta? No, si costar, lo que se dice costar, no demasiado, pero… Aquí estoy, sin pegar ojo. ¿Qué cambia que duerma o no? Irá todo bien, seguramente. Será lo de siempre, el colesterol un poco alto. Y si no, puedo siempre esconder el maldito papel y no enseñarlo, lo corto en mil pedazos y lo mezclo al pienso de las gallinas. No cierra bien el corral, tengo que arreglarlo, eso sí que es importante…[entra otra voz]

NIÑO[…] Tengo que enseñarle a la abuela los trucos que hacen ahora mis perros. Se sientan, mueven la cabeza y levantan las patas ¡a la vez! Le va a encantar. Toca ir diciéndole qué quiero para mi cumple— Es en mayo, falta tiempo, pero mejor que empiece a enseñarle fotos de las botas de fútbol. Es muy despistada, si no se lo voy diciendo, luego no se acuerda y me acaba dando cualquier cosa […] [al murmullo se le sobrepone otro sonido, el de la alarma antiaérea.  Subentra la voz del telediario de la mañana del 24/02/22: “… en Kiev suenan las alarmas antiaéreas, el gobierno ucraniano habla de un ataque híbrido…”]

NARRADOR

El 24 de febrero de 2022, la vida de los ucranianos cambió. Sus vidas, en un segundo, se vieron afectadas por la invasión de las tropas rusas en su territorio. Unas vidas que hasta esa fecha se diferenciaban bien poco de las nuestras. Imaginen, por un momento, que de un día para otro nuestra mayor preocupación, lo que nos quita el sueño, pase a ser de cómo pagar el recibo de la luz a esquivar los misiles que destruyen tu barrio, intentar escapar con lo puesto lo más lejos posible, refugiarte durante meses en un sótano, salvar como sea a tus hijos. Desgraciadamente, los testimonios que escucharán a continuación no son fruto de la imaginación, los hechos narrados se corresponden a personas cuyo testimonio ha sido recogido por la prensa internacional desde febrero a mayo del 2022.

PRIMERA PARTE

 LA HUIDA

De repente, lo que parecía imposible, sucede. La guerra ha llegado a la puerta de casa y, en poco tiempo, hay que tomar una decisión que cambiará el resto de tu vida. ¿Huir? ¿Hacia dónde? ¿Qué te llevas? ¿Cómo escapas? Los más precavidos quizás tendrían ya preparada una vía de fuga, los más afortunados contaban con familia en otros lugares que llevaban un tiempo diciéndoles que por lo menos abandonasen la capital, o el este del país.

Escucharemos ahora las voces de quienes han tomado la decisión de huir, con más o menos suerte. Todos pagarán un precio; unos, sólo —piensen en qué significa este “sólo”— con el desarraigo. Otros se salvarán pasando por el territorio de aquellos que los han atacado. Algunos sufrirán pérdidas insoportables.

Escapando hacia la frontera polaca

(The Washington Post)

Tatiana Warynycka

El 24 de febrero nos levantamos y nos dimos cuenta… Preparamos nuestras cosas, nos fuimos. No siento nada. Solo conducimos, vemos las noticias de nuestro ejército en lucha, rezamos y conducimos. Hoy a las 9 de la noche harán tres días que viajamos. Estamos con mi marido, ahora duerme en el asiento de atrás. Nos acompañará a la frontera y volverá a casa, a luchar. No quería irme, no lo habría abandonado. Pero él insistió en que fuéramos a Polonia, tenemos amigos allí, podré estar con ellos y con mi hija, por el momento. Lo más importante es la vida de la niña. Sabe lo que es una guerra, que Putin dispara a los civiles, que quiere nuestra tierra, nuestra casa, todo lo que ella tenía. Putin es el diablo, y punto. Venceremos. Sólo queremos volver a casa, volver a casa.

Svitlana Yaschik

Llevamos tres días de viaje, y la cola se mueve muy despacio. Se nos ha terminado la comida, hemos dormido en el coche. Dormíamos un poco, luego nos movíamos un poco. Los niños sufren esta situación. Hay voluntarios que nos traen pan, agua, y otras cosas necesarias, como pañales y potitos. Siento mucha ansiedad y miedo. No por mí, sino por los niños. Lo que me hace aguantar es el amor por mi país. Vivimos en una tierra hermosa, floreciente. Somos indestructibles. Somos Ucrania, y Ucrania está por encima de todo.

Jewhen Shpylnski

Somos ocho en el coche. Estamos dispuestos a aguantar en la cola, ahora no tenemos dónde vivir, han bombardeado todo. Tenemos familia en el extranjero, pero no queremos ir allí y serles de peso. Así que buscaremos trabajo. Soy un ingeniero, mi mujer auxiliar de laboratorio. Somos científicos. Es mejor esperar aquí en la cola que estar muertos.

Una chica Ucraniana refugiada en Budapest lejos de su familia (CNN)

ALLA RENSKA: No creía que llegase la guerra ¡En absoluto! Estamos en el siglo XXI, Ucrania es Europa. ¿Por qué?

Mi familia pensó que no era seguro que yo siguiese viviendo en Kyev cuando oyeron las explosiones, nuestra casa temblaba. Así que pensaron que lo mejor era que fuese a casa de amigos en Budapest. Mi padre me acompañó a la estación de tren, era todo un caos, al final no pude ni despedirme de él. Lloré durante el viaje, toda la noche. Luego escribí a una de las mejores escuelas de Budapest, les expliqué mi situación y que me gustaría poder seguir estudiando. Me aceptaron… Han adaptado unos containers como dormitorios para estudiantes, vivo con otras chicas ucranianas.

Intento no llorar, ser fuerte por mis padres, porque cuando lloro lo pasan mal.

LOS PADRES DE ALLA: No podemos explicar lo difícil que es estar lejos. Soy feliz porque mi hija, a la que quiero mucho, está ahora en un lugar seguro; eso es lo más importante para mí.

ALLA: no es justo. Es tan injusto que yo tenga que estar aquí y mis padres allí. Me mandaron una foto, poco tiempo después de irme. Las primeras flores de primavera, en el jardín debajo de casa. Me dijeron que eran un símbolo de esperanza, que vendrán tiempos mejores.

LA HISTORIA DE TRES FAMILIAS

(Sky News UK)

EVELINA BONDARENKO: ¿Cómo era nuestra vida, antes de que empezase la guerra? Pues… trabajaba, ayudaba a mi hija a hacer los deberes, preparaba la cena a mi novio cuando volvía a casa del trabajo. El 23 de febrero había un partido de Champions League. Unos amigos vinieron a casa a verlo. Nadie podía imaginar que el 24, a las cinco y media me despertaría mi madre, gritando, ¡GUERRA!

Sentíamos sólo miedo. Se podían oír a los aviones, cuando se acercaban. Cuando baja para desenganchar una bomba se nota la vibración en el aire. Nos tirábamos al suelo, nos cubríamos la cabeza. Rezábamos, por favor que no caiga aquí, no sobre nosotros. Mi casa es Chernihiv, amo Chernihiv, pero debo escapar. Mi ciudad… es algo terrible. Quiero volver a casa.

[Evelina ha grabado un vídeo de la destrucción. Habla mientras graba]: Todas las ventanas explotaron, estaban en el suelo. Ese edificio ya no tiene ventanas. Qué locura, han destrozado todo. Mira.

[Narrador]: Evelina ha dejado casi todo detrás, incluido su novio que ahora lucha en el ejército ucraniano, junto con su hermano.

EVELINA: pienso en ellos cada minuto. Entiendo que estén allí, pero, no sé… Habría sido algo raro, y vergonzoso si se hubiesen ido. Se comportaron como hombres. Estoy orgullosa de mis hombres. Tienen que estar allí. Mi novio me dio un spray irritante para defenderme. Es nuevo, no lo he usado aún.

Echo de menos la vida que tenía allí. Preparaba mi boda, soñaba, buscaba un vestido por internet. Tenía sueños, tenía objetivos. Y ahora, tenemos esto. Mi vida nunca volverá a ser normal. Todo está dividido en un antes y un después.

[Narrador] Al retirarse las tropas rusas de Kharkhiv, Evelina ha podido volver con su novio. Su hija se ha quedado, con su abuela, en el oeste, y se reunirán cuando la situación sea más segura.

[Narrador]: en el pabellón de oncología del hospital infantil de Lviv preparan un plan de evacuación.

PAWEL KUKIZ-SZCZUCINSKJ: Somos los responsables de estos niños. De estos cuatrocientos niños. Estamos bajo presión.

OKSANA BABYCH A SU HIJA, ALINA: Iremos donde nos lleven. ¿Verdad? ¿Quieres ir a casa? Echa de menos su casa. Tenemos amigos ahí, padre, abuelos.

ALINA: … mi novio

[Narrador]: Alina lleva meses en tratamiento por un tumor en el cerebro.

OKSANA: Estaba en tratamiento en el hospital infantil de Kyev desde Diciembre. La operaron, y luego empezó la radioterapia. Entonces estalló la guerra y nos evacuaron el 8 de marzo. Llegamos a este hospital ayer. Nos han prometido que nos evacuarán a Polonia, para seguir el tratamiento. Y luego le tienen que hacer más pruebas. Pero no sé a dónde iremos después de Polonia.

[Narrador]: suena la alarma antiaérea, los pacientes se tienen que refugiar en los subterráneos. En lo que hace tiempo era una sauna, y una piscina.

YULIA STARICHENKO: Hace frío para los niños. Es un lugar húmedo, muy húmedo. Se resfrían, estornudan. Ya no es aceptable para adultos, pero es aún peor para los niños.

OKSANA: Pienso en lo que pasó en Mariupol. También se creían seguros en los sótanos. De todos los lugares seguros, este es el más seguro. Aunque probablemente nadie se siente al seguro en Ucrania. En ningún lado.

[Narrador] Los planes de evacuación están preparados para 26 niños. Las madres, mujeres de la familia y los hermanos menores de edad pueden viajar con ellos, los padres se tienen que quedar en Ucrania.

IVANKA VIVCHARENKO: las cosas van bien mientras papá esté aquí, pero no sé cómo irán las cosas después. El niño lo entiende, pero no del todo, que papá volverá a casa.

MYKHAYLO VIVCHARENKO: esperemos que vaya todo bien, que todo salga bien. Habrá paz, todos estarán sanos y todo irá bien. Y todos serán felices. Aunque es difícil. Todo irá bien.

PAWEL (médico): No hay que olvidar que estamos en una zona de guerra. En un polígono industrial aquí cerca los misiles mataron a mucha gente. No hay que olvidarlo, y viajar lo más rápidamente posible. Nos abre paso la policía, los diplomáticos polacos, nos abren el camino porque no podemos quedarnos embotellados en el tráfico. Ahora estamos cerca de la frontera, tenemos que prestar atención.

OKSANA: Estoy preocupada. Nos han prometido, aunque no sea definitivo, parece ser que iremos a Italia. Mi hermana está allí. En Polonia nos dirán donde iremos. Yo lo preferiría. Por lo menos tengo familia allí. Me gustaría ir.

[Narrador] El convoy está parado en la frontera. El conductor es ucraniano, y aunque vuelva ese mismo día, no le dejan abandonar el país. Las condiciones de un niño se deterioran rápidamente, se lo llevan en una ambulancia.

Iván, el hijo de Anna Polska ha terminado su tercer ciclo de quimioterapia, espera en el autobús.

ANNA: Hay que esperar un poquito más. ¿Cómo te sientes? ¿Te duele la cabeza? ¿No? Mi marido se ha tenido que quedar en casa, yo viajo con mis tres niños y mi madre, que me ayuda. ¿Qué haría sin ella?

[Narrador] Cruzan tras esperar tres horas. A partir de ahora son refugiados. Es increíble la velocidad a la que puede cambiar la vida de estas personas. Días después, algunas de las familias con las que cruzamos la frontera polaca están en Roma, los niños en el hospital y las familias hospedadas en un albergue a pocos pasos del coliseo.

ANNA POLSKA: No podía ni imaginarlo, ni soñarlo, hace una semana

[Narrador] Tras esperar unas semanas, Oksana finalmente ha podido desplazarse a Italia, cerca de su hermana. Su hija continúa ahí su tratamiento.

[Narrador] Anna Chechelnytska escapó de Kyev el segundo día de guerra con sus hijos Alina y Maxym. Fue hacia el oeste, a Dubno, creyendo estar al seguro.

ANNA: ¿Dónde podemos escapar? Ya hemos escapado. Quería encontrar un refugio para ellos. Creía que estaba haciendo lo justo, pero ¿dónde he acabado, después de escapar? ¿A dónde los he llevado?

Teníamos miedo, porque el bombardeo era muy fuerte, disparaban, era aterrador. Los niños tenían miedo. Escapamos dentro de un coche, estábamos en la parte de atrás. Les decía “todo va bien, no os preocupéis, mamá está con vosotros, os protegerá”. Maxym me miró y dijo: “mamá ¿voy a morir?” Y le dije: “¿pero qué dices, cómo que vas a morir? Si eres tan joven. Si alguien morirá seré yo, porque ya he vivido la mitad de mi vida. Tengo 31 años, seré yo quien muera. Tú no, tú eres joven”.

Acabamos en medio de un tiroteo. Era como un sueño. Una bala me dio en la cabeza. Era como en una película. Me sentí como si volara, como si todo se hubiese parado. Los cristales volaban a cámara lenta. Mi hija gritaba: “mamá, mamá, mamá, mamá, Maxym ha muerto”. Besé sus manos, su cara. Olía a pólvora, olía a sangre fresca, no era mi niño. Me sentía culpable porque le prometí que le habría protegido. Acabamos en el hospital y no lo pude ni enterrar. No sé dónde está.

ALINA CHECHELNYTSKA: No habrá paz mientras viva. Todo el mundo sabe lo que es Rusia y lo que ha hecho a nuestro pueblo. La gente decía “hermanos y hermanas”, pero no es así. Nadie perdonará nunca a Rusia por esto y todos lo sabrán. Nunca habrá paz.

ANNA: mi hijo está aquí. Este es mi país. No puedo irme. No tengo miedo. No puedo dejar a mi hijo. No puedo dejar a mi hijo. Es mi hijo y yo su madre. ¿Cómo voy a dejarlo? ¿Cómo me voy a alejar de él? ¿cómo?

[Narrador] Anna ha podido visitar la tumba de su hijo Maxym. Ella y su hija se recuperan de sus heridas, y esperan poder volver a Kyev en breve.

Una familia obligada a pasar por Rusia para huir de Ucrania

(CNN)

[Narrador] Mila Chucrin encuentra en Rusia a un contrabandista. Está nerviosa, porque tiene que encontrarse con su madre y su hermana. No tiene tiempo de abrazar a su madre, pues el contrabandista quiere ser pagado ya: 500 dólares americanos por las dos, mucho más de lo que se pueden permitir la mayor parte de las familias que escapan de la guerra. Lejos de nuestras cámaras el contrabandista pide más dinero. Es peligroso alcanzar un lugar seguro.

La familia es de Izum, una ciudad bajo asedio. Mila vive en Ohio, recibía los vídeos que le mandaba su familia de su ciudad bajo ataque, no podía saber si seguían vivos.

Encontramos a Mila el día anterior, en el hogar para refugiados en el que trabaja como voluntaria.

[Mila]: En un vídeo un misil centró mi patio, me quedé horrorizada. Vine a Polonia para poder hacer algo.

[Narrador]: Finalmente le llegó una llamada, pero no desde Izum.

[Mila]: me llamaron, tras un mes sin tener noticias de ellos. Por lado estaba muy feliz de escucharles, pero por otro estaba aterrorizada porque estaban en Rusia. No sabía si estar feliz o triste. La única opción que tenía era contratar un contrabandista.

Una persona en Polonia me dio el número de teléfono de un transportista… Un contrabandista, prácticamente. Obviamente era una operación peligrosa.

[Narrador] ¿Cómo terminaron en Rusia las víctimas de la guerra de Putin? Estaban desesperados por escapar, y sólo había una vía de salida. Un privado les ofreció un pasaje hasta la frontera rusa.

[Mila]: ahora que me han dado los detalles, es peor de lo que me imaginaba. Tenían miedo de estar ahí, pero era peor no salir, era el infierno. Necesitaban ir a alguna parte, escapar.

ANDRIY EN EL HOSPITAL INFANTIL DE LVIV

(CNN)

Estábamos en el coche, escapando de Chernihiv, y, recuerdo que me di cuenta de que mi reloj se había roto, marcaba las once. Recuerdo la hierba y segundos después una explosión, un estruendo terrible. Recuerdo sólo que me desperté en medio de la carretera, vi que el coche estaba destruido, vi que mi madre estaba ardiendo. Se estaba quemando viva. Grité y noté dolor en la clavícula. Se me había roto. El oído izquierdo me sangraba. Después escuché disparos, no era de armas, sino misiles, o algo parecido. Encontré unas escaleras, y me escondí. Grité durante un par de minutos, hacía mucho frío, no podía caminar. Unos habitantes del pueblo escucharon la explosión y nos llevaron a su casa, nos arroparon con mantas. Mi madre murió allí, quemada viva.

Cuando me llevaron al hospital pedí a la gente de la defensa territorial, de la policía, que buscasen a mi padre. Él está muy mal psicológicamente, sufre mucho la pérdida de su esposa, está preocupado por su hijo. Yo no puedo caminar sin muletas. Creo que aún no acabo de darme cuenta de qué me ha sucedido.

[Llora recordando a su madre]

Mi madre era una mujer muy guapa, le gustaba que todo estuviese en orden, limpio, mi padre y yo la apoyábamos siempre y ahora es muy difícil estar sin ella.

Cuando acabe la guerra volveré a mi ciudad, quiero reconstruir mi ciudad, porque es mi ciudad, he vivido siempre allí. Es muy duro ver lo que está sucediendo a mi ciudad.

Ahora solo quiero tocar la guitarra, distanciarme de todo esto, no sé si me explico.

SERHIY PEREBYINIS

(CNN)

Su mujer y dos hijos murieron por fuego de mortero ruso cuando huían de Irpin. Unos reporteros les fotografiaron muertos en una acera. Pasaron a ser conocidos en las noticias como “la familia del trolley”

Pude enterrarles, viajé durante tres días, pude llegar, enterrarlos, recoger uno de nuestros perros. Hablé con ellos por teléfono la noche antes de que huyeran, ya no había agua, ni electricidad o gas. Tampoco había señal de teléfono, pero al final pude hablar con ella sobre la evacuación. Sin embargo, al último momento, el convoy humanitario en el que tenía que viajar fue atacado, bombardeado, así que fueron a pie hasta el puente, intentando escapar.

Hemos estado juntos durante veintitrés años y en el 2012 renovamos los votos matrimoniales en la iglesia. Ella era una persona solar, muy alegre, era directora financiera de una grande empresa americana, pasábamos mucho tiempo juntos como familia, íbamos en bicicleta, a esquiar en invierno, le encantaba plantar flores en nuestra dacha, nos gustaba hacer muchas cosas los fines de semana.

Solíamos estar pendientes de dónde estábamos cada uno gracias a la geolocalización de google. Esa mañana vi que pasaba algo raro, el teléfono estaba en Irpin y veinte minutos después estaba en otro lugar, un hospital en Kyev. Sospeché que algo iba mal, y le pedí a unos amigos que fuesen al hospital y averiguasen si había malas noticias. Luego vi las noticias en Twitter, que una familia había muerto bajo fuego de mortero, dos niños, la madre y el padre. Vi la foto en Twitter y reconocí a mis hijos: sus cosas, su ropa. Llamé a mis amigos y les dije que los niños habían muerto, que sus cuerpos estaban en una acera y les pedí por favor que me ayudasen a encontrar a mi mujer.

Mis hijos eran niños normales, alegres; mi hijo, el mayor, tenía dieciocho años, estaba en el segundo año de universidad, quería trabajar en informática, estudiaba programación. Mi hija tenía 9 años, le gustaba bailar, pintar, estudiaba inglés, eran chicos normales. Aquí, donde estoy ahora hay cuatro familias que han huido del Donbass y la casa en la que estoy es a la que tenía que haber venido mi familia… Me quedaré en Kyev, hasta el final.

SEGUNDA PARTE

 VIVIR BAJO ATAQUE

 Algunos se han quedado porque no tienen fuerzas para escapar, por deber hacia otros. O, simplemente, porque el terror los ha paralizado.

LUHANSK

(Radio Free Europe – Radio Liberty)

HOMBRE CON SU PERRO: vivo aquí. Mi madre tiene 95 años, yo soy ciego. ¿Qué opciones tengo? El otro día me encontré con un hombre que acababa de recibir un paquete de ayuda humanitaria, y me dijo: “te miro y pienso, “queda ya tan poco de la vida normal por aquí, pero tú estás aún”. [se oye ruido de mortero bastante cerca] Me gustaría que hubiese menos de esto. Los misiles pasan sobre nuestras cabezas. Mi mujer está ahora en el refugio. Hoy el bombardeo es mucho más cercano. El perro me ayuda mucho. Me lo regaló mi mujer cuando cumplí 60 años. Por la mañana damos un paseo, lo saco tres veces al día, incluso en estas circunstancias. Tiene miedo, por supuesto. Quiere esconderse cuando el bombardeo es fuerte. Lo calmo con una pelota. Rezamos. Soy un hombre religioso. Espero que Dios me proteja. Cuando paso cerca de una iglesia, le pido a Dios que traiga paz a nuestro país.

OTRO HOMBRE: no hay nada que decir. No tengo planes, ni pienso en el futuro. Todo se decide en combate. ¿Qué podemos hacer? Es difícil de explicar. Mi suegra no quiere irse, mi madre tampoco. NO puedo irme sin ellas. Además, aquí tengo un trabajo.

UNA MUJER DESDE LA VENTANA DE SU CASA: antes teníamos miedo de las explosiones. Ahora nos hemos acostumbrado. Incluso podemos identificar el arma.  Intentamos sobrevivir. Lo único que queremos es la paz. Queremos que se acabe todo. Queremos vivir en paz. Mientras la línea del frente se acercaba a Lysychansk, cortaron la electricidad, la conexión telefónica y el agua. La gente ha usado toda el agua. Ya no queda para descargar el water, usamos para eso la que se forma en el fondo de los cráteres en la calle. Fuimos a un pueblo en las afueras a por agua. Nos dieron 36 litros en dos garrafones. Pero el hombre estaba nervioso porque fuimos mucha gente a pedir ayuda. ¿Pero qué podemos hacer sin agua?

VOLUNTARIOS: estamos distribuyendo agua de un manantial. Por suerte aún podemos ir y venir. No nos han alcanzado aún. Además, no necesitamos gasolina porque vamos en bicicleta.

Asya Serpinska – 77 años – Hostomel

(The Washington Post)

Volví a la guerra, bajo las balas y los disparos de mortero. Lo sabía, lo hice de voluntad propia. En mi refugio me esperaban setecientos perros, cien gatos, y más que llegaban. El sentido de la responsabilidad era más grande que el miedo. La responsabilidad es más fuerte que el miedo, eso me empujaba a este lugar. En el patio hay casquillos de todas las medidas, ametralladoras de gran calibre, artillería pesada, de todo. El suelo temblaba, como en un terremoto.

De los perros que estaban en el exterior… muchos escaparon de las jaulas, rompieron las redes con los dientes, y acabaron sueltos. Se pueden imaginar, trescientos perros sueltos que estaban acostumbrados a estar en el interior.

Un soldado ruso disparó y mató a mi perra Jina. Yo le decía: “¡es una perra, ve a un extraño y ladra! Además, es su territorio, y los perros defienden su territorio, es su naturaleza, son así.” Enterramos a Jina bajo un árbol, otro perro murió por la metralla.

También acogí a los animales del zoo. Quería dar de comer a una leona, pero pusieron una mina fuera de su jaula, así que los soborné con dos cartones de cigarrillos a cambio de que quitaran la mina y poder alimentarla.

Hay una cuadra cerca del refugio; la bombardearon, se incendió y murieron también algunos de mis perros. Puedo sólo imaginar esos caballos relinchando, golpeando con la cabeza y los cascos en su cuadra… ¡desesperados, intentando escapar!

Pocos días antes de que se fueran los rusos, vinieron al refugio, empeñados en que estábamos ayudando al ejército ucraniano a localizarlos, que lo de ayudar a los animales era una tapadera. No nos creían. Decían: “uno de vosotros los ha llamado, y por eso nos han disparado”. Uno de mis ayudantes había escondido su teléfono, lo torturaron. Yo escondí el mío en un barril lleno de agua en el patio. Los soldados nos amenazaron, nos encerraron en una habitación, cerraron la puerta y dijeron: “hemos puesto una mina en la puerta, si intentáis salir estás muertos”. Luego vino este Serhii y nos abrió la puerta. Probablemente no había ninguna mina, querían sólo asustarnos. Dijo que lo habían amordazado, que pasó toda la noche atado, y que fueron llamando a todos sus contactos para ver si era él quien llamó al ejército.

Todos tenemos una misión. Si la mía fuese hacer algo por las personas, lo haría, las protegería y las rescataría. No importa a quién proteges: niños, personas, animales, a la naturaleza. Lo más importante es la responsabilidad. Yo rescato a animales para seguir siendo humana.

 UN ADOLESCENTE CRÍA SÓLO A SUS HERMANOS

(Radio Liberty Europe)

VYACHESLAV YALOK (región de Donetsk): Mi madre murió en mis brazos. Intenté salvarla, pero… La primera bomba cayó a unos metros de nosotros. La vi caer. Mamá cayó al suelo, yo me agazapé. Ella estaba a mi lado. Abrí los ojos. Estaba tumbada hacia un lado. Sus últimas palabras fueron “estoy bien”. Le dí la vuelta… Intenté vendar sus heridas, fui a por ayuda, pero cuando volví estaba muerta. Yo no tenía un rasguño. Tenía 37 años. Estuve sentado a su lado durante mucho tiempo, no me lo podía creer. Cuando volví a casa no sabía qué hacer. ¿Qué le iba a decir a mis hermanos? No sabía. Tengo dos hermanos y dos hermanas, todos más pequeños. Cuando llegué a casa lo entendieron perfectamente, nada más verme. Nikol preguntó si mamá podría haber sido salvada. La enterraron en el cráter. Los chicos hicieron una sepultura decente. Esperamos que las cosas se calmen para que mis amigos puedan ir allí. Nadie puede ir allí ahora. Cuando mis amigos puedan ir y los cementerios estén limpios de minas, la volveremos a enterrar.

Ahora vivimos cerca de Lviv. No tengo más familia. Ahora a mis hermanos los llamo “mis niños”.

Quiero que tengan una niñez. No quiero que dejen de ser activos, quiero que crezcan, que tengan un futuro lleno de expectativas. Sé que puedo hacerlo. Los niños vuelven a ir al colegio, yo quiero estudiar medicina.

UNA DE LAS HERMANAS: ya tengo amigos aquí, hay un montón de cosas buenas, me gusta.

VYACHESLAV: Creo que nuestra madre está aún con nosotros. Nos ayuda mucho.

UN HERMANO: mi sueño es que haya paz en el país.

Cómo resiste Kharkhiv

(reportaje de VICE News – 25/03/22)

Este es un reportaje de VICE NEWS del 25 de marzo 2022: “Como resiste Kharkhiv a la invasión rusa”. A día de hoy, mitad del mes de mayo del 2022, las autoridades ucranianas y observadores internacionales consideran que la ciudad ya no es amenazada por las bombas rusas, pues su ejército se ha retirado de los alrededores.

[Narrador] En el centro de Kharkhiv muchas calles, como ésta, se encuentran completamente destruidas. Esta región tiene estrechos lazos culturales con Rusia, en esta ciudad se habla ruso, y esto es lo que las bombas rusas han traído, una destrucción total. Desde aquí oímos muchas explosiones durante todo el día. La mayoría de los civiles se refugian en el subsuelo, o han abandonado completamente la ciudad.

[Hombre anciano]: Esto era el edificio de la seguridad social, al otro lado estaban las oficinas de la Región. Las piernas ya no me aguantan, pero si estuviese en mejor forma, dispararía, sin parar. ¿Putin dice que es una operación especial y no una guerra? ¡Que le den por culo! Lo siento. Bueno, traduce todo lo que digo. ¿Dónde coño está —perdón— el ataque “localizado”? Una de las más hermosas ciudades europeas ha sido destruida.

[Narrador]: semanas después de los primeros ataques con misiles, se siguen recuperando cuerpos de entre las ruinas. En este edificio se supone que está el cuerpo de una mujer, aunque probablemente haya muchos más fallecidos que los indicados por las cifras oficiales, pues hay mucha gente desaparecida. El jefe de los equipos de rescate sigue buscando.

[Volodymyr Gorbikov]: Esta casa fue parcialmente destruida por un misil o una bomba lanzado desde un avión. Tras el golpe, los techos  del quinto y del cuarto piso cayeron sobre el tercero. El hijo de la señora que estamos buscando nos informó que estaba en casa cuando fue golpeada por la bomba, o el misil. Él no estaba en casa. El tiempo que estemos buscando depende de si hay una alarma antiaérea, si prosigue el combate… Así que trabajamos lo más rápidamente posible.

Aunque ha huido mucha gente yo no lo tomo ni en consideración. Esta es mi ciudad. Tenemos que ayudar, somos el servicio de emergencias. Si no ayudamos nosotros no lo hace nadie.

Yo hablo ruso, esta ciudad tiene lazos con Rusia, pero en este momento prefiero no pensar en ellos. Ellos hicieron esto a nuestra ciudad, a nuestra Ucrania. No se hacen esto pueblos que nacional y espiritualmente son tan cercanos. Ya no tenemos nada en común.

[Narrador]: esto son los restos de Natalia Volenko, de 73 años. Ahora el jefe de emergencias tiene que darle la noticia a su hijo. Las víctimas como ella han sido llevadas a la cámara mortuoria de la ciudad, pero ya no hay sitio, por lo que los cuerpos están en la calle, envueltos en bolsas de plástico o mantas. Algunos llevan ahí días, pues las familias, o han huido, o tienen miedo de ir a reclamar los cuerpos.

El frente está tan cerca del hospital de Kharkhiv que los médicos pueden ver los misiles desde las ventanas. Como los hospitales han sido atacados en otras ciudades, los pacientes están en los pasillos, donde están más protegidos.

[Mujer herida 1]: Por la mañana mi hijo, de veintidós años, me abrazó y me dijo «mamá, no te preocupes, irá todo bien”. Mi hermana, una hermosa mujer de 37 años… Mi hijo, mi niño… fue hecho pedazos delante de mis ojos. Lo arrastré, cubierto de sangre… Tuve que arrastrar sus cuerpos por ocho pisos. Por favor, hagan algo. No se puede seguir así.

[Mujer herida 2]: Fui a la tienda, a comprar, en un momento en el que todo estaba tranquilo. Estaba de pie, haciendo la cola, con más gente. De repente, un avión empezó a bombardear… Me desmayé en el coche que me traía aquí… he perdido una pierna. No recuerdo nada más. Quiero que haya paz, en cualquier sitio. No quiero que gente pacífica muera bajo un bombardeo. Kharkhiv era una gran ciudad, no puedo ni describirla, tan hermosa. Éramos libres, hacíamos lo que queríamos… Pero volveremos a tenerla, la libertad. Estoy segura de que ganaremos, nuestros chicos aguantan en el terreno.

[Narrador]: Tima ha sufrido una lesión en la cabeza tras un ataque aéreo. También ha sido herido en la cabeza y el estómago. Está en coma farmacológico. El jefe de pediatría del hospital, vive en él desde que empezaron los ataques.

[Dr. Oleksandr Duhovskyy]: Un misil golpeó su piso durante un ataque, el niño estaba justo ahí, tiene un fragmento de metralla en la nuca, a la altura de la médula espinal. Cuando el fragmento atravesó el tejido blando, llegó hasta la carótida, dañándola. Por eso no pudimos operarlo en seguida, porque habríamos puesto su vida en peligro. Tendremos que hacer una decompresión del cráneo, perforándolo. Necesitamos reducir la presión en la parte sana del cerebro. Se me rompe el corazón… [llora] Lo siento. Que mi Kharkhiv natal sufra este ataque. Pero ganaremos. Gloria a Ucrania. [Llora] [Narrador]: a pesar de los esfuerzos del doctor Duhovskyy, Dima murió unos días después. Tenía ocho años.

Dos semanas después del ataque en el que murió, la familia de Natalia finalmente puede enterrarla.

[Timur Bilenko]: yo vivía al otro lado de la calle de mi madre. Quiero que se la recuerde como una persona feliz, que ayudaba siempre a los demás. La gente la llamaba, le pedía consejo. Hermanas, hermanos… Mamá se ha ido. Me estoy empezando a hacer a la idea. Solía hablar con ella todas las mañanas y las noches. Si hubiera ido en seguida podría haberla sacado de allí. No lo hice y… ¿cuántos días ha estado allí? ¿Diez días? Diez días.

La gente de Kharkhiv que se ha quedado en casa lo hacen porque creen que no les tocará a ellos, dejan que se vayan los jóvenes, pero los viejos se quedan. Esperan ayuda, creen que la guerra acabará pronto. Mi madre también lo creía. No tenía miedo y le dieron.

¿Qué siento hacia Rusia? No me preocupa que sufran todas esas sanciones. Que sientan lo que sentimos nosotros. Ya el hecho de que abandonan a su gente, dejan que sus hijos mueran aquí es su problema. Sus madres ni siquiera saben que los mandaron a luchar a una guerra.

[Narrador] Muchos habitantes de Kharkiv viven en las estaciones del metro, que sirven también como refugios. Padres, temiendo por la seguridad de sus hijos, los han traído a vivir bajo tierra. Alyona vive en un vagón de metro.

ALYONA: He podido salvar esto de mi casa. La mesa, los platos, dos sillas… Mi gato. La noche que empezó la guerra nos despertamos a las cinco de la mañana, por las explosiones. Nos dimos cuenta en seguida qué estaba pasando e hicimos las maletas. Recogimos lo que pudimos y bajamos al metro. Al tercer día el apartamento fue alcanzado por un misil. Ya no tenemos casa, así que ahora vivimos aquí. Mi hija estaba en el piso, estaba preparando sus cosas. Fue herida por los cristales durante el primer ataque, pero gracias a Dios está viva.

[Narrador] Tras días en el refugio, Alyona va a ver qué queda de su casa.

ALYONA: Es muy doloroso. Esto era mi patio trasero.

Esta era la habitación de los niños. Ya no hay puertas, ni ventanas. Aquí también está todo roto… No puedo explicarlo, cuando vuelvo aquí lo único que siento es dolor. Yo crecí aquí, mis hijos también. No siento ni rabia, solo dolor. Un vacío, y nada más. Me gustaría poder volver a vivir aquí, pero quizás esta casa no podrá ser arreglada. No sé dónde iremos, o qué haremos cuando acabe la guerra. Lo único que quiero ahora es que todo esto acabe. Y ya veré qué hacemos.

TERCERA PARTE

CRÍMENES DE GUERRA

 “Abril es el mes más cruel,

Criando lilas de la tierra muerta,

Mezclando memoria y deseo

T.S. Eliot – “La tierra baldía”

Cien años después de la publicación de la obra más conocida del poeta inglés, estos versos son la metáfora perfecta de los primeros días de abril de 2022 en Ucrania. Cuando las tropas rusas se retiraron del norte de Kyev, surgieron las pruebas de la muerte sembrada por el invasor.

La Secretaria General de Amnistía Internacional, Agnès Callamard, tras haber visitado el Oblast de Kyev a principios de abril declaró:

“Hemos encontrado familias que han perdido a sus seres queridos en ataques horribles, y personas cuyas vidas han cambiado para siempre a causa de la invasión rusa. Apoyamos su petición de justicia y pedimos a las autoridades ucranianas, al Tribunal Penal Internacional y a todas las instituciones, que se aseguren de que se conserven y cataloguen de manera adecuada las pruebas imprescindibles para las investigaciones futuras sobre crímenes de guerra. Es fundamental que todos los responsables, incluidos quienes encabezan la cadena de mando, comparezcan ante la justicia.”

Las voces que escucharán ahora son las de los testigos y víctimas de estas atrocidades.

Violaciones

(CNN / CNN / DW News)

MIKA: Lo que ese hijo de puta me hizo fue horrible, me forzó. No puedo contarlo, me avergüenzo, tengo miedo. Uno se llama Oleg, otro Danja, que me agarró por la capucha, le dije que me dolía, me contestó que fuese con él. Me arrastraron por la calle hasta la granja de una vecina, Valentina.

VALENTINA: les escuché golpeando la puerta con tal fuerza que temblaba todo, hasta las ventanas. Unos entraron en casa, mi yerno y un vecino fueron a hablar con otros soldados fuera.

MIKA: los oí hablar un poco, luego escuché un sonido, como un petardo, mi cuerpo temblaba. Lo mataron, cogieron a su mujer y nos llevaron a una casa vacía. Hablaban entre ellos y luego dijeron “mirad, qué nos vamos a follar”. Intenté razonar con ellos. El tal Danja me dijo que tenía 19 años, le contesté que yo 41, que tiene la misma edad que mi hijo pequeño. Le pregunté si tenía novia. Me dijo que sí “tiene 17 años, pero aún no he tenido sexo con ella”. “¿Entonces por qué me haces esto?” le dije y me contestó “porque llevo dos semanas sin ver una mujer”. Me dijo que no me iba a matar, pero arriesgué la vida al salir de ahí, porque había bombardeos, disparaban desde el bosque, tenía miedo de que me viesen y disparasen. Tuve que aguantar también los comentarios de los vecinos, porque veían a los soldados que pasaban por mi casa.

VALENTINA: Fui a ver al comandante ruso, para que me ayudasen a enterrar a mi marido. “Vinisteis de noche, lo matasteis. Tenéis que ayudarnos a enterrarlo. Lo hicimos nosotros, detrás de casa. Mi hija se ha ido del país, no lo ha soportado.

MIKA: yo no me voy, me quedo aquí y lucho. ¿No han visto que me han hecho? Me han violado dos veces, los rusos y los rumores. Pero Dios lo ve todo. Quiero que los soldados vengan procesados, que paguen, que los maten, los disparen, a los muy bastardos.

DASHA (16 años): Cuando llegaron los soldados a mi pueblo, durante el día nos escondíamos toda la familia en el sótano, pero por la noche subíamos a la cocina para comer. Nos encontramos allí un par de soldados, uno borracho. Me preguntó cuántos años tenía yo. Una de las chicas tenía 12 años, otra 14 y yo 16. Primero llamó mi madre a otra habitación y la hizo salir en seguida. Luego me llamó a mí y empezó a gritar. Primero me ordenó que me desnudase, le dije que no y empezó a gritarme. Me dijo que si no me desnudaba me mataría. El otro soldado, el que no estaba borracho, entró en la habitación y le dijo que parase, pero no le hizo caso y se fue. Cuando me resistí estaba estrangulándome y diciendo que me mataría. Me decía: “o duermes conmigo ahora, o traeré a veinte hombres más.” Sólo recuerdo que tenía los ojos azules. Era de noche y no recuerdo más. Más tarde oí a sus compañeros llamarlo “azul”, que era de Donetsk y tenía precedentes. Intentó violarme otra vez, hasta que dos francotiradores rusos vinieron después y me ayudaron. Me llevaron a otro sitio, intentaron convencerme de que me olvidase del asunto, hasta que me llevaron a un oficial de los paracaidistas, que empezó a gritarme como lo había hecho el que me violó. Dijo que me haría lo mismo. Estaba tan asustada que empecé a llorar. Me contestó que había superado la prueba, me había dicho eso para comprobar si estaba mintiendo o diciendo la verdad.

Si no hubiésemos salido del sótano para comer no nos habría visto y puede que no me habría violado. Nos dijeron que iba por el pueblo, buscando a chicas “fáciles”, como las llamaban.

OLENA Y ANDRII DEREKO [padres de una víctima]: encontraron el cuerpo de mi hija en un agujero. Un vecino dice que vio un soldado que se la llevaba, como si estuviese inconsciente, y otro que le disparó. Ella quería sólo vivir, desesperadamente. Se hizo un torniquete para no desangrarse. Después la mataron con un tiro en la cabeza. Las autoridades, tras examinar el cuerpo nos han dicho que la habían violado.

ALONA KRYVULIAK [directora de la asociación de ayuda a víctimas de violación “La Strada”]: ahora estamos examinando doce casos de violación. En once de ellos se trataba de violencia de grupo. En todos los casos los ocupantes estaban borrachos, habían tomado drogas y no usaron el preservativo, lo que aumenta el riesgo de embarazos no deseados y enfermedades venéreas.

LYDMILA DENYSOVA [comisionado por los Derechos Humanos]: cuando un soldado ruso viola a una mujer ucraniana, una chica, un niño, una mujer anciana no dejan de decir cosas como “esto le sucederá a todas las putas nazis”, “no pararemos hasta que dejéis de parir ucranianos”.

ANDRII DEREKO: odiamos los rusos, me avergüenzo de hablar ruso, aprenderé ucraniano.

REPRESALIAS A CIVILES

(CNN)

VASYL SHEVCHUK: para mí ha sido difícil contar lo que me ha sucedido, pero era necesario; tiemblo aún cuando lo recuerdo. Disparaban a gente que estaba simplemente mirando pasar a los soldados, dispararon a dos personas que corrían a esconderse en un sótano, uno de ellos murió. Nos escondimos en casa, diez días: yo, mi hijo, mi hermano estábamos en la casa, mi mujer y mi hija en el sótano. Tenía a mano una horca para defender a mi hijo, de catorce años. Entraron en casa y la cogí; si me hubiesen matado habría sido más fácil para mí. No habría visto sufrir a mis seres queridos.

El 27 de febrero me llamó una amiga, que vive en un pueblo cercano, y que tiene un hijo con retraso mental, que se había asomado a la calle para ver los tanques y le dispararon, matándolo.

NATALIA: murió tanta gente, quién sabe cuantos morirán. No puedo decir una buena palabra sobre esta gente, no puedo ni definirlos personas, no tienen cerebro. No sé qué piensan, cómo los crían sus madres. Me escondí seis días en el sótano, mi hermana murió de un ataque al corazón, siempre en el sótano donde se escondía. Fue por el estrés. ¿Cómo van a castigar a los culpables?  No creo que los castiguen suficientemente, sólo Dios lo puede hacer. No se puede compensar con dinero lo que han hecho.

VASYL: ahora los llamo cucarachas rusas, y las quiero aniquilar. Lucharía, pero mi vista es muy corta, no vería. La única manera con la que puedo ayudar es con mi testimonio, contando lo que han hecho.

La periodista de la CNN, Brianna Keilar, el 14/04/2022, habla de niños muertos en la guerra

La infancia robada en la guerra en Ucrania alcanza niveles impensables. Ustedes han visto el carrito de bebé inmediatamente después del ataque a la estación ferroviaria de Kramatorsk que mató a cinco niños e hirió a otros dieciséis. Hemos visto a padres escribir información personal y contactos en los cuerpos de sus hijos, en caso de que se queden huérfanos, según una información del New York Times. Unicef sostiene que casi dos tercios de todos los niños que viven en este país han tenido que dejar sus casas, huyendo de sus ciudades a lugares más seguros dentro de Ucrania. Huyendo de Ucrania a lugares más seguros en otras partes del mundo. Algunos no lo han logrado. Veronika, de doce años, murió en Chernihiv mientras su familia intentaba escapar de los bombardeos; las tropas rusas golpearon su coche. Mientras Veronika intentaba buscar refugio, su madre, según contó a la BBC, vio cómo murió por otro proyectil que cayó cerca del coche.

En Kherson, según cuenta la emisora ITV, Verushka y su hermana Sofía, de dieciséis años, murieron cuando los soldados rusos, en un puesto de control, acribillaron su coche: “no sobrevivió nadie. Sofía, la niña preferida de la familia, su madre y los abuelos de los niños.”

El tío de los niños escuchó todo por teléfono. Dice que escuchó cómo los soldados dispararon al coche, dijo a ITV que oyó llorar a la pequeña Verushka, estaba herida. Lloró durante dos minutos, después no se escuchó nada más.

Anastasia, o Nastia, como la llamaban sus allegados, diez años, murió en Chernihiv, a norte de Kyev. Su primo contó al Times de Londres, que los soldados rusos dispararon una ráfaga con sus armas, sin apuntar a un objetivo, y le dieron a Nastia.

Nikita, de dieciocho años y su hermana Lisa, de nueve, murieron con su madre en Irpin. El New York Times grabó el momento en el que un mortero ruso golpeó la calle por la que muchos civiles estaban escapando. Su padre reconoció los cuerpos por Twitter, por una de las maletas que estaban que dejaron en el suelo. Habló con la CNN.

Una bomba de racimo que cayó cerca de su escuela mató a otra niña, Elisa, de siete años, cerca de Sumi. Su abuelo, que intentó protegerla con su cuerpo, también falleció.

Según cuenta The Telegraph, tropas rusas dispararon y mataron a Alina, de diez años, y a sus padres, mientras intentaban escapar de Kyev en coche. Hirieron a su hermana Sofía, de trece años y a su hermano Samien, de cinco. Él murió algunos días después. Sofía, en condiciones críticas en el hospital infantil, no sabía que era el único miembro de su familia que quedaba con vida.

En Novye Petrovsky, cerca de Kyev, fue alcanzada la casa de Stepan; tenía dos años, lo mató en el acto mientras dormía en su cama. Su padre, Oleg, mientras enterraba a su hijo, decía: “no sé qué sentido tiene todo esto, si Dios existe. ¿Para qué todo esto? Un niño de dos años, que aún no ha vivido su vida. Un niño de dos años, que murió para nada.”

Sasha, de cuatro años, estaba huyendo con su abuela de Kyev cuando la barca en la que estaban cruzando el río Dniper volcó. Según Voice of America, en ese momento estaban siendo bombardeados. Su abuela se ahogó, el cuerpo de Sasha lo encontraron dos semanas después, según publicó su madre en Facebook.

Según las autoridades, sólo en Mariupol han muerto hasta el momento doscientos niños. Las fuerzas rusas bombardearon un teatro a mitad de marzo, en el que se refugiaban más de mil civiles, a pesar de que habían escrito la palabra “niños” en el suelo.

En Mariupol, un bombardeo mató un niño de dieciocho meses, Kiril. Un equipo de Sky News estaba en el hospital cuando su madre Marina y su novio lo llevaron al hospital. Los doctores intentaron reanimarlo, pero no pudieron salvarlo. Una foto retrata Marina besando el cadáver de su hijo.

Las tropas rusas también bombardearon una maternidad en Mariupol. La foto de una mujer embarazada extraída con una camilla de las ruinas del hospital ha dado la vuelta al mundo. Tenía la pelvis fracturada, se le hizo una cesárea pero no sobrevivieron ni el bebé ni la madre.

Y hay muchos más, de los que no sabemos los nombres, ni tenemos fotos. Human Rights Watch ha documentado la muerte de un chico de catorce años en un pueblo cerca de Kyev. Las tropas rusas lanzaron una bomba de humo a un sótano, y les dispararon cuando el adolescente y las mujeres salieron del refugio.

Un fotógrafo de la Associated Press fue testigo de la muerte de una niña de seis años en Mariupol. Las tropas rusas habían bombardeado el edificio en el que dormía, vestida con un pijama estampado de unicornios.

A Masha, de quince años, le amputaron una pierna a la altura de la rodilla y tenía heridas de metralla en los brazos; le alcanzó un mortero mientras paseaba con su madre, según informó la periodista Tanya Kozyreva. La familia de Masha mandó fotos de la niña a algunos amigos en Rusia, quienes no creyeron que las fotos fuesen verdaderas. Creen que han sido fabricadas por los ucranianos.

Pero son reales: Veronika, Venushka, Sofía, Nastia, Nikita, Alyssa, Paulina, Semian, Stepan, Sasha, Kyril, Masha, Luana y muchos más de los que no sabemos los nombres.

CUARTA PARTE

MARIUPOL

 En el último siglo hay ciudades que se han convertido en sinónimo del sufrimiento de la población civil víctima de la guerra. A los nombres de Guernika y Dresde, entre otras, se ha añadido el de Mariupol. El país que se declara orgulloso de sus ciudades mártires de la Segunda Guerra Mundial ha convertido, con la fuerza de sus misiles, a Mariupol en una de ellas.

En los subterráneos de la acería Azovstal se escondieron durante meses civiles que finalmente, tras largas negociaciones, pudieron dejar la estructura gracias a la intermediación de Naciones Unidas y la Cruz Roja. Las condiciones en las que vivían fueron puestas en evidencia y mostradas al mundo gracias a un vídeo grabado por los combatientes del batallón Azov, que lo difundieron por internet. En él se ve a dos soldados que van bajando hacia los sótanos, mientras los graba un tercero. A medida que descienden, se puede apreciar cómo se va enrareciendo el ambiente con una gran cantidad de polvo en suspensión. Tras un momento de oscuridad total, se abre una puerta y aparecen entre la semi oscuridad los rostros de una decena de mujeres y varios niños. La palidez de sus caras, en la que brillan los iris enrojecidos por el reflejo de la cámara, aumentan la sensación de irrealidad. Los soldados reparten paquetes a los niños, y hablan con las mujeres, que dan testimonio de las condiciones en las que viven. Un mes sin poder ver la luz del sol, pañales improvisados para los más pequeños con bolsas de plástico que causan eritemas en la piel, agua y víveres que escasean. Se preguntan qué “liberación” es aquella que consiste en destruir sus casas, su ciudad. Piden ayuda al mundo para que puedan salir de allí. Probablemente ellas y sus hijos lo han podido hacer.

Tras ochenta y cuatro días de lucha, la guarnición que defendía la acería Azovstal depuso las armas. Su destino es incierto, en particular el de los militares del batallón Azov, pues todo parece indicar que serán juzgados (y, obviamente, condenados) por crímenes de guerra por la Federación Rusa. No canjeados por prisioneros rusos, como se acordó.

Escucharemos la voz de los habitantes de Mariupol. De aquellos que pueden contarlo, testigos a su vez de quienes ya no pueden, sepultados bajo los escombros, o deportados que aún no han podido volver, y que no se sabe si podrán hacerlo nunca.

 Extracto del diario de un niño en Mariupol

(de Twitter)

 GUERRA

Domingo: dormí bien, me desperté, sonreí, me levanté y leí 25 páginas. También se murió mi abuelo.

Tengo heridas en la espalda – la tengo pelada. Mi hermana tiene una herida en la cabeza. A mi madre le falta un trozo de carne en el brazo y tiene un agujero en la pierna. Tengo 8 años. Mi hermana 15. Mi madre 38. Tenemos que cambiarle las vendas de su herida. Mamá es la primera, mi hermana la segunda y yo el tercero. Por cierto, tengo una nueva amiga, Vika Vesyolaya, es nuestra vecina, sus padres son majos.

Lunes. Me levanté y —como ayer— sonreí, etc. Nuestra abuela fue a por agua y volvió. Por cierto, dentro de poco es mi cumpleaños y mis dos perros han muerto 🙁 Y mi abuela Galya también y mi ciudad favorita Mariupol desde el 24 de febrero.

Raisa Ivanova cuenta cómo su familia escapó de Mariupol y cómo viven en Lviv.

(The Washington Post)

Nos dieron el número de la sede de una ONG, donde nos pueden ayudar con ropa, zapatos, y si es posible productos de higiene. Zapatos, necesitamos zapatos. Porque llevamos zapatos de invierno, necesitamos algo más ligero, porque hace demasiado calor. Y ropa interior, no estaría mal. No tenemos ninguna.

Somos una familia de Donetsk. En el 2014, cuando empezó la guerra, escapamos de Donetsk a Mariupol. Con vistas al mar, todo era perfecto. Pero no funcionó. Tuvimos que escapar de la guerra por segunda vez, y la guerra en Mariupol era el infierno. Donetsk, comparado con eso, no fue nada. El 8 de marzo los misiles golpearon por primera vez nuestra calle. Durante el día, combatían y pudimos escuchar algo que cayó cerca. Sabiendo que habría otro golpe como respuesta, nos escondimos en el sótano. Durante la última semana, podíamos cocinar de alguna manera, sobre el fuego. Salíamos, encendíamos un fuego, pero después no pudimos hacer ni eso. Era aterrador, aterrador. Entonces golpearon nuestra casa, y el techo se incendió, él salió a la calle y empezó a meter bolsas dentro del coche, volvimos a casa y hubo otra explosión. El coche explotó. Todo encima de nosotros estaba ardiendo, había un combate. Y con todo eso a nuestro alrededor, llorando y gritando, tomamos una decisión, hacia qué dirección correr. Nos arrastrábamos sobre el asfalto, escondiéndonos de los disparos de mortero o lo que fuese, nos caía metralla, corríamos entre las casas, nos golpeaban trozos de madera, bloques de cemento, ladrillos. Yo intentaba correr lo más rápido posible, de un edificio a otro, gritándole a mi hijo: “Illia, Illia ¡ve a ese montón de ladrillos!” Y los proyectiles caían a nuestro alrededor, silbando. Era horrible, nos estaban disparando, nos veían desde arriba y apuntaban hacia nosotros. Veían desde arriba que estábamos corriendo y nos disparaban.

[Narrador]: el 1 de abril Raisa Ivanova, Andrii Ivanov e Illia Ivanov escaparon a pie de Mariupol por la costa del mar de Azov hasta la ciudad de Melekyne. Desde ahí, cogieron un autobús a través del territorio ocupado por los rusos, pasando por 18 puestos de control hasta llegar a Zaporizhzhia, donde cogieron un tren a Lviv. Llegaron el 5 de abril.

[Raisa]: ¿Qué pensamos? Vemos vídeos todos los días, leemos las noticias. ¿Qué le han hecho a nuestra ciudad? La han destruido, quemada hasta los cimientos, demolido, arrasado, empapándola de sangre.

Ahora vivimos en este espacio, en un colegio, por el suelo. ¿Qué vamos a hacer? Estamos muy agradecidos, pero esto no puede durar para siempre. Mi hijo quiere irse, está muy asustado. Tiene siempre miedo. Dice: “mamá, estás aquí sentada, esperando. Dios no quiera que suceda algo aquí. ¿Para qué esperar si podemos irnos?” Él quiere que lo lleve a otro sitio. Pero no puedo dejar aquí a mi marido.

[Illia Ivanov]: Para ser sincero, lo que siento, es que soy completamente incapaz de entender, no lo entiendo para nada. Y siento angustia. Pero, de todas maneras, aquí se está mucho mejor. Por lo menos podemos vivir decentemente. Antes de esto era una pesadilla. Era incapaz de sentir nada, era como si viviese dentro de una niebla, todos los días, sin saber qué pasaba. Sinceramente, no sé dónde acabaré. Puede que me apunte al instituto en Lviv, o quizás podré irme, ir a una academia de idiomas y vivir en el extranjero. No lo sé. Tengo varias opciones, pero acabar el instituto es en lo que me tengo que centrar ahora.

[Raisa]: tengo miedo de que llegue un ataque. Nos ayuda una psicóloga, hemos tenido una sesión con ella.

Durante los primeros días era como si las cosas le estuviesen pasando a otros, como si estuviésemos fuera de la realidad. Le dije a la psicóloga que tenía la sensación de ir flotando de un sitio a otro, como un globo. Tenían que cogerme con la cuerda y bajarme al suelo. Por ahora, ese sentimiento ha desaparecido. Ahora siento que tengo los dos pies en el suelo, me doy cuenta de quien soy, dónde estoy, de qué he escapado. Ayer fuimos a la iglesia, rezamos, y todo fue más fácil. Encendimos algunas velas a los iconos. Rezamos por nuestra salud y descanso. Nos ayudó mucho, ir a la iglesia.

Los primeros días la gente nos preguntaba qué íbamos a hacer, y simplemente no sabíamos qué decir, no lo sabíamos. ¿Dónde vas a ir? No lo sé. ¿Dónde vivirás? No lo sé. Todavía no lo sabemos, pero por lo menos podemos dormir.

[Narrador]: después de dos semanas en la escuela, los voluntarios pudieron alojar a la familia en la habitación de un hotel, donde podrán estar todo el mes de mayo.

[Raisa]: sobre las 9—era ya de noche— nos registramos en el hotel. Obviamente cuando entramos, tras haber pasado esas noches en el colegio, fue un “¡guau!”. Una cama, sábanas limpias, una ducha, el baño, un armario. Lleva tiempo. Me he dado cuenta de que necesitamos tiempo. Dicen que el tiempo lo cura todo, y es así.

De verdad, el tiempo cura. No sé si ayuda o no, pero creo que el mundo tiene que conocer historias como la nuestra.

Tortura, deportación y muerte en Mariupol

 ITV News

[Narrador]: Una ciudad costera, con alamedas verdes, galerías de arte, industria próspera, turismo… Esta versión de Mariupol es un recuerdo. Hoy es un agujero negro, de miedo y muerte, de la que sus ciudadanos han huido, empiezan su diáspora. Hemos visitado tres países para contar la historia de la gente que ha dejado atrás su ciudad. Más de cuarenta mil personas han sido deportadas a la fuerza de Mariupol. Uno de ellos ha sido el doctor Viktor Suroka, que acaba de llegar a Polonia. Fue llevado a Rusia con su madre, a un llamado “campo de filtración” lleno de otros ucranianos desalojados de sus hogares. A ochocientos kilómetros de Ucrania, fueron interrogados durante horas sobre sus creencias políticas, sus lealtades.

[Viktor]: te daban de comer, y ya está. Aunque se pudiese salir del campo ¿dónde se podía ir? Sin papeles, ni dinero. Estabas ahí sentado, como un perro o un gato, esperando durante todo el día tu ración de comida.

[Narrador]: sabe qué le sucedió a su viejo hospital, pero se pregunta qué fue de los pacientes que tuvo que dejar atrás.

[Viktor]: estaban las mujeres, que acababan de dar a luz, un recién nacido… No hacían más que llorar, una cosa terrible… [llora] [Narrador]: unos veinte mil civiles han sido asesinados en Mariupol desde que empezó la invasión. Entre ellos, Dima y Timor Plotnikov. Timor aprendió de memoria un poema en el colegio, porque le dijeron que lo que decía era importante: “cuando muera, enterradme en mi amada Ucrania”, dice en un vídeo. No podía imaginar que aquellas palabras acabarían convirtiéndose en realidad. Él y su familia se refugiaron en un sótano, hirviendo nieve para poder beberla.

[Irina Plotnikova]: estábamos abajo, en el sótano. La última noche él se despertó, y me dijo: “mamá, he tenido un sueño profético, créeme, tendré de nuevo internet en mi teléfono dentro de tres días”.

[Narrador]: la madre de Timur estaba con él cuando salieron en coche, hacia una seguridad aparente, en un convoy de civiles. Pero de repente hubo una explosión, y llamas. Ella fue herida, intentó rescatar a Timur.

[Irina]: lo cogí del antebrazo, para sacarlo del coche, estaba atrapado, el coche había volcado y lo estaba aplastando. El coche había sido alcanzado, y explotó. Me dí cuenta de que no podía sacarlo. Aunque hubiese podido, sufriría durante toda su vida. Me detuve, lo miré, mientras gritaba. Le pedí a Dios que se lo llevara pronto, que dejase de sufrir.

[Narrador]: la familia cree que fueron centrados porque eran civiles, porque intentaban escapar.

[Irina]: él no pudo cumplir sus planes, ver realizados sus sueños. Por eso creo que los rusos deben ser castigados.

[Narrador] cientos de miles de personas han logrado escapar del asedio a la ciudad. Uno de ellos es Hussein Abdullahev. Es de Azerbaijan pero estaba estudiando en Mariupol. Adoraba la ciudad, especialmente su teatro; pero sería su refugio cuando llegaron los rusos. Intentó escapar pero fue capturado por combatientes chechenos. Lo obligaron a declarar en falso que era un combatiente ucraniano, y fue torturado.

[Hussein]: empezaron a golpearme, con brutalidad. Intentaba acurrucarme, pero de todas maneras me dolía, muchísimo. Me dijeron: “dí la verdad”. Contestaba: “estoy diciendo la verdad, soy un estudiante”. Entonces trajeron la electricidad. Enrollaron el cable alrededor del dedo gordo del pie, lo apretaron y dijeron otra vez: “¿nos vas a decir la verdad?”. Vi como llevaban a soldados que creían que eran del batallón Azov a otra habitación. Los oía gritar. Cogieron uno de ellos y lo llevaron a la habitación de las torturas. Lo sabíamos porque oíamos todo, los oíamos gritar de manera terrible. Luego escuché tres disparos, “bang, bang, bang”. No llevaron a ese hombre de vuelta a su habitación.

[Narrador]: pero a unos cientos de kilómetros de distancia, un amigo de Hussein estaba negociando su liberación al teléfono.

[Soldado al teléfono]: lo quiero soltar mañana. ¿Dónde puede ir?

[Amigo de Hussein]: ¿Lo podéis llevar a Zaporizhzhia? Lo encontraré allí.

[Narrador]: finalmente lo logró. Los soldados le dejaron ir, pero sólo porque era el mes de Ramadán. Era libre 26 días después, solo que no existía la libertad. No cuando tu ciudad es un montón de ruinas.

TAIRA

 (Artículo publicado en el sitio de Associated Press el 19/05/22)

KHARKIV — Una médico, muy famosa en Ucrania, grabó un vídeo sobre el tiempo que pasó en Mariupol en una tarjeta de datos grande como una uña, y la pasó de contrabando escondida en un tampón. Ahora, que Mariupol está a punto de caer, es prisionera de los rusos.

A Yuliia Paievska se la conoce en Ucrania como Taira, un apodo que viene del alias que eligió para jugar a World of Warcraft. En los 256 gigas grabados con una body cam durante dos semanas, ha recogido su esfuerzo desesperado, y el de su equipo, por salvar a cuantas personas pudo de la muerte. Entregó los vídeos a un equipo de Associated Press, los últimos periodistas internacionales en dejar la ciudad ucraniana de Mariupol. Uno de ellos escondió la tarjeta en un tampón.

Al día siguiente, 16 de marzo, soldados rusos capturaron a Taira y su conductor, una de las tantas desapariciones forzosas en zonas de Ucrania ahora bajo control ruso. Según ellos, Taira trabajaba para el nacionalista Batallón Azov, de acuerdo con la propaganda rusa, que sostiene que está intentando “desnazificar” Ucrania. Sin embargo, AP no ha encontrado ninguna prueba que lo avale; sus amigos y colegas sostienen que nunca ha tenido relación con Azov.

El hospital militar al que ella transportaba los heridos no está afiliado al batallón, cuyos miembros han pasado semanas defendiendo una acería en Mariupol. Las grabaciones de Taira demuestran que intentó salvar tanto soldados rusos heridos como civiles ucranianos.

Un fragmento grabado el 10 de marzo muestra a dos soldados rusos sacados bruscamente de una ambulancia por un soldado ucraniano. Uno está en una silla de ruedas. El otro, de rodillas, con las manos atadas detrás de su espalda, tiene una vistosa herida en la pierna. Sus ojos están cubiertos por gorros, y franjas blancas le ciñen los brazos.

Un soldado ucraniano los insulta. “Calma, calma”, le dice Taira.

Una mujer le pregunta: “¿vas a curar a los rusos?”.

“Ellos no serán tan amables con nosotros”, responde Taira. “Pero no puedo hacer otra cosa. Son prisioneros de guerra”.

Taira ahora es prisionera de los rusos, una de los cientos de ucranianos notables que han sido secuestrados o capturados, entre los que se cuentan oficiales locales, periodistas, activistas y defensores de los derechos humanos.

La misión de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Ucrania ha registrado 204 casos de desapariciones forzosas. Sostiene que algunas víctimas pueden haber sido torturadas, y cinco se encontraron después muertas. La oficina de la Defensora del Pueblo ucraniana sostiene que, a finales de abril, había ya recibido informes de miles de personas desaparecidas, de las cuales probablemente 528 hayan sido capturadas.

Médicos y hospitales son también objetivo de los rusos, a pesar de que las Convenciones de Ginebra subrayan que los médicos, sean militares o civiles, deben ser protegidos “en cualquier circunstancia.” La Organización Mundial de la Sanidad ha verificado más de cien ataques a estructuras hospitalarias desde el principio de la guerra, cifra destinada a aumentar.

Hace poco, el 8 de mayo, soldados rusos sacaron a una mujer del convoy humanitario que dejaba Mariupol, acusándola de ser un médico militar y obligándola a elegir entre dejar que su hija de cuatro años la acompañase a un destino incierto o que continuase hasta territorio controlado por los ucranianos. Según cuenta un funcionario de Naciones Unidas, al final, madre e hija se separaron; la niña logró llegar a la ciudad ucraniana de Zaporizhzhia.

“No se trata de salvar a una mujer en particular”, dijo Oleksandra Chudna, quien prestó servicio como médico voluntario con Taira en 2014. “Ella representa aquellos médicos y mujeres que fueron al frente.”

La situación de Taira adquiere una importancia particular mientras los últimos defensores de Mariupol están siendo evacuados a territorios de la Federación Rusa, en lo que Rusia denomina una rendición de masa y Ucrania una misión cumplida. Rusia dice que esta semana más de 1.700 combatientes ucranianos se han rendido en Mariupol, llamando una atención renovada al tratamiento de los prisioneros. Ucrania espera que los combatientes puedan ser canjeados por prisioneros de guerra rusos, pero un funcionario ruso ha dicho que, aun en ausencia de pruebas, no serán intercambiados sino procesados.

El gobierno ucraniano ha declarado que intentó añadir el nombre de Taira en un cambio de prisioneros hace semanas. Sin embargo, Rusia niega que esté en su custodia, a pesar de que ha aparecido en televisiones de la región separatista de Donetsk y en la cadena rusa NTV, esposada y con rasguños en la cara. El gobierno ucraniano ha declinado hacer declaraciones al respecto a Associated Press.

Taira, de 53 años, es una atleta famosa en Ucrania, y entrenó a la fuerza de voluntarios médicos. En su vídeo, y según la describen sus amigos, aparece como alguien de personalidad exuberante, fotogénica, el tipo de persona que disfruta nadando con delfines.

El vídeo es un diario íntimo del 6 de febrero al 10 de marzo en una ciudad bajo asedio, que ha pasado a convertirse en símbolo mundial de lo que significa la invasión rusa y la resistencia ucraniana. En él, Taira es un torbellino de energía y dolor, grabando la muerte de un niño y el tratamiento a soldados heridos de ambos bandos.

El 24 de febrero, el primer día de guerra, Taira grabó su esfuerzo en vendar un tajo en la cabeza de un soldado ucraniano herido.

Dos días después, ordenó a unos compañeros a cubrir a un soldado ruso en una manta. “Tápalo porque está temblando”, dice en el vídeo. Llama al hombre “rayo de sol” — el apodo con el que se dirigía a los muchos soldados que pasaban a su cuidado — y le pregunta por qué ha venido a Ucrania.

“Me estás cuidando”, responde él, maravillado. Ella contesta: “tratamos a todos por igual.”

Más tarde, aquella noche, un niño y una niña —hermanos— llegan gravemente heridos por un tiroteo en un control de carretera. Los padres han muerto. Al final de la noche, a pesar de los ruegos de Taira, “quédate conmigo, pequeño”, también muere el niño.

Taira se aparta de su cuerpo inerte y llora. “Odio esto”, dice. Le cierra los ojos.

Hablando con alguien afuera, en la oscuridad mientras fuma, dice, “el niño se ha ido. El niño ha muerto. Todavía estamos reanimando a la niña. Puede que sobreviva”.

A un cierto punto, mira al espejo de un baño, una greña de pelo rubio le cae sobre la frente, contrastando con las sienes afeitadas. Interrumpe la grabación.

Durante todo el vídeo se queja de un dolor crónico por sus heridas en la espalda y la cadera, que la dejaron parcialmente inválida. Abraza a los doctores. Cuenta chistes para alegrar tanto a conductores de ambulancia como a pacientes. Y tiene siempre un peluche en el peto del uniforme para darlo a cualquier niño que cure.

Está casada, tiene una hija adolescente, por lo que sabe qué puede hacerle la guerra a una familia. A un cierto punto, un soldado ucraniano le pide que llame a su madre. Ella contesta que lo hará él mismo, “así que no me pongas nerviosa”.

El 15 de marzo, un oficial de policía entregó la pequeña tarjeta de datos a un equipo de periodistas de Associated Press, quienes habían estado documentando las atrocidades de Mariupol, incluido un ataque aéreo a un hospital materno. El oficial contactó Taira con un walkie-talkie, y ella pidió a los periodistas que pusieran el material al seguro, que lo sacaran de la ciudad. La tarjeta se escondió en un tampón, y el equipo pasó por quince controles de carretera de los rusos antes de llegar a territorio controlado por los ucranianos.

Al día siguiente, Taira desapareció con su conductor Serhiy. El mismo día, un ataque aéreo alcanzó el teatro de Mariupol y mató a unas seiscientas personas.

El 21 de marzo una televisión rusa anunció su captura, acusándola de querer abandonar la ciudad de incógnito. Taira aparece confundida y ojerosa mientras lee una declaración oficial colocada bajo la cámara, pidiendo el fin de las hostilidades. Mientras habla, una voz de fondo se burla de sus colegas, llamándolos nazis; el mismo lenguaje que ha usado la propaganda rusa esta semana para los combatientes de Mariupol.

Fue la última vez que se le ha visto.

Tanto los gobiernos rusos como ucraniano han hecho públicas entrevistas a prisioneros de guerra, a pesar de que la ley humanitaria internacional describe tal práctica como un tratamiento humillante e inhumano.

El marido de Taira, Vadim Puzanov, sostiene que ha recibido pocas noticias sobre su mujer desde que desapareció. Ha definido, eligiendo con cuidado las palabras, una preocupación constante y una humillación, las condiciones en las cuales Rusia la ha mostrado.

“Acusar a un voluntario médico de pecados mortales, incluido el tráfico de órganos, es de por sí una propaganda odiosa. No entiendo tan siquiera a beneficio de quién” – ha declarado.

Raed Saleh, cabeza de los Casco Blancos sirios, ha comparado la situación de Taira con la que sufrieron y siguen sufriendo los miembros de su grupo en Siria. También ellos han sido acusados de tráfico de órganos y de tener contactos con grupos terroristas.

“Mañana la pueden obligar a hacer declaraciones y presionarla para que diga ciertas cosas”, dijo Saleh.

Taira es de vital importancia para Ucrania por su reputación. Enseñaba artes marciales y era médico voluntaria. Tomó su apodo en el 2013, cuando se unió al cuerpo de primeros auxilios de emergencia durante las protestas del Euromaidan que derrocaron a un gobierno filo-ruso. En 2014, Rusia tomó la península de Crimea.

Taira se desplazó a la región oriental del Donbas, donde separatistas apoyados por los rusos luchaban contra las fuerzas ucranianas. Allí enseñó medicina táctica y fundó un grupo de médicos a los que llamó “los ángeles de Taira”. También ejerció de enlace entre los militares y civiles en las ciudades en primera línea de combate, donde pocos doctores y hospitales se atrevían a prestar servicio. En 2019 dejó la zona para establecerse con su unidad en Mariupol.

Taira era miembro de la selección ucraniana de los Invictus Games para veteranos del ejército, participando en tiro al arco y natación. Según Invictus era médico militar desde el 2018 al 2020, año en el que pasó a la reserva.

Recibió la body cam en 2021 para rodar una serie documental para Netflix sobre figuras inspiradoras, producida por el príncipe Harry de Inglaterra, fundador de los Invictus Games. Sin embargo, tras la invasión rusa, la usó para grabar escenas de civiles y soldados heridos.

Ahora la grabación tiene vital importancia, con Mariupol a punto de caer. En uno de los últimos vídeos, Taira aparece sentada al lado del conductor que desaparecería con ella. Es el 9 de marzo.

“Dos semanas de guerra. Mariupol bajo asedio”, dice en voz baja. Entonces suelta un taco, y la imagen se funde en negro.

CONCLUSIÓN

 Aunque la guerra hubiese terminado cuando se preparó este texto, las consecuencias para el país habrían sido ya desastrosas. Ucrania necesitará ayuda durante años para recuperarse de la destrucción debida a la invasión rusa.

Ustedes han escuchado hoy las voces de una veintena de personas entre los millones que han sufrido y sufrirán por la atroz invasión; esperamos que esta pequeña muestra del sufrimiento de la población civil ucraniana les ayude a entender el significado de cuanto sucedido.

Aún no se puede cuantificar el alcance del daño infligido. El pueblo ucraniano ha demostrado durante este tiempo que no le falta fuerza ni coraje para recuperarse del enésimo golpe de la historia. Ustedes, colaborando con nuestra asociación, pueden formar parte del renacimiento de Ucrania de estas ruinas.

Muchas gracias.

Índice de fuentes

Introducción (Telediario de TVE del 24/02/22)

https://www.rtve.es/play/videos/telediario-matinal/8-horas-24-02-22/6388506/

PRIMERA PARTE: LA HUIDA

 En viaje hacia la frontera polaca:

Washington Post YT https://youtu.be/L8ALNNwKeQQ Publicado el 28/02/2022

 Una chica ucraniana refugiada en Budapest lejos de su familia:

CNN youtube https://youtu.be/nNkI6Y9q3_o

La historia de tres familias:

Sky News UK  youtube https://youtu.be/WBMI1QcVxbI

Una familia obligada a pasar por Rusia para huir de Ucrania:

 CNN youtube https://youtu.be/VVhPYeoUNLU

Andriy en el hospital infantil de Lviv:

 CNN YT https://youtu.be/oTIHWFKwX5M

“La familia del trolley”

 CNN youtube https://youtu.be/K0N2MIcdcDI

SEGUNDA PARTE: VIDA BAJO ATAQUE

 Vivir en zona de guerra

 Radio liberty europe YT https://youtu.be/rLL6PoBPpSo

La anciana de Hostomel y el refugio de animales

Washington Post https://youtu.be/pgYxDQBTNDA

Un adolescente criará sólo a sus hermanos

radio liberty Europe YT https://youtu.be/KzrysM5ddPM

Cómo resiste Kharkhiv

 VICE News YT https://youtu.be/VAsf6dsq3rQ

TERCERA PARTE: CRÍMENES DE GUERRA

 Violaciones

 CNN  YT https://youtu.be/OmWMBtjBf24

CNN YT https://youtu.be/-TATWFnPOg8

DW News YT https://youtu.be/hjGNYdyjhd8

Represalias a civiles

 Fuente CNN youtube https://youtu.be/qS818gf9AaQ

Niños asesinados

Fuente: CNN YT https://youtu.be/_9rayjm0XoY

CUARTA PARTE: MARIUPOL

 El diario del niño de Mariupol

Twitter https://twitter.com/DayloTanya/status/1521785289018327041?s=20&t=IgNnpU7HUgBtY–p0DdJEg

Una familia escapa de Mariupol

Washington Post YT https://youtu.be/G0zXd7oMsmM

Tortura, deportación y muerte en Mariupol

ITV news YT https://youtu.be/CjdyHVP2hhE

Taira

 Associated Press: https://apnews.com/article/mariupol-medic-body-camera-036cf9f28180e9525760d68bddbe4ee4

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